La fibromialgia, reconocida como una enfermedad que trasciende lo meramente físico para adentrarse en las complejidades del mundo emocional, se erige como un desafío no solo para quienes la padecen directamente, sino también para sus seres queridos y la sociedad en su conjunto. Con un impacto significativo en diversos aspectos de la vida, desde lo físico hasta lo emocional, laboral y relacional, la fibromialgia se convierte en un viaje arduo que demanda comprensión, apoyo y una reestructuración profunda de la existencia.
Desde la perspectiva de Fátima Gallastegui, doctora en Psicología clínica y autora de «Remonta tu vuelo. Más allá de la fibromialgia hacia una nueva vida», la enfermedad no solo se manifiesta en los síntomas físicos, sino que se teje con los hilos emocionales no expresados. En una entrevista con Infosalus, Gallastegui resalta la importancia del apoyo psicológico, evidenciando que aquellos pacientes que carecen de un respaldo emocional tienden a experimentar una recuperación más difícil o nula.
Profundizando en el trayecto emocional de quienes enfrentan la fibromialgia, la doctora Gallastegui identifica cinco etapas psico-emocionales que marcan el camino hacia la adaptación y la transformación:
- Shock e impacto: Esta fase inicial se caracteriza por la confusión y la ira, sentimientos que se desatan ante la aparición repentina de la enfermedad y la incertidumbre que conlleva.
- Aislamiento e introspección: En este segundo estadio, el paciente se sumerge en un mar de soledad y sufrimiento, enfrentándose a la devastadora realidad de su condición. Es un momento de mirar hacia adentro, de evaluar las nuevas circunstancias y de temer por lo que depara el futuro.
- Resignación versus aceptación: Aquí se presenta un punto de inflexión. Algunos pacientes se estancan en la resignación, mientras que otros optan por seguir adelante, buscando activamente recuperar su salud y bienestar.
- Búsqueda y cambios: En esta fase, el paciente se embarca en un viaje de autodescubrimiento y transformación. Se abraza la necesidad de introducir cambios significativos, ya sea en la actitud, el estilo de vida, la alimentación o el ejercicio, entre otros aspectos.
- Resurgimiento y transformación: La culminación del proceso marca un renacimiento, donde el paciente ha reconstruido su vida sobre nuevas bases. Se asume el control de la existencia, encontrando un equilibrio renovado y una mayor resiliencia frente a los desafíos.
En última instancia, la clave para atravesar este camino tortuoso reside en enfrentar los hechos dolorosos con serenidad, permitiendo que la conciencia encuentre su propio camino hacia la reconciliación. Como señala Gallastegui, el agua de los ríos nunca retrocede, pero puede fertilizar nuevos campos. En este sentido, cada experiencia, por más dolorosa que sea, puede ser un catalizador para un nuevo comienzo, nunca es tarde para reinventarse y encontrar la plenitud en una vida transformada.