Las cebollas no son sólo aderezos para nuestros platos favoritos. Son bajas en calorías, no contienen ningún tipo de grasa y están llenas de compuestos que ayudan a combatir la artritis en la inflamación y las enfermedades asociadas.
También son una de las mayores fuentes de flavonoides: antioxidantes que eliminan los radicales libres de las células del cuerpo antes de que puedan dañarlas. Se ha demostrado que un flavonoide de las cebollas, llamado quercetina, inhibe la presencia de los sucitotrienos, las prostaglinas y las histaminas, que tienen una gran actividad proinflamatoria en la artritis reumatoide (AR) y la osteoartritis (OA);
Estas reducen el riesgo de cardiovasculación al disminuir la lipoproteína de baja densidad (ldl) o el colesterol malo; y pueden prevenir la progresión del cáncer. Una sustancia conocida como gpcs (gamma-l-glutamil-trans-s-1-propenil-l-cisteína-sulfóxido) es capaz de inhibir el desgaste de los cartílagos, según un estudio publicado en la revista de agricultura y química alimentaria. Los científicos de la Universidad de Berna, en Suiza, especulan con que el gpc podría funcionar de la misma manera que el alendronato (fosamax), utilizado para el tratamiento de la osteoporosis y la descalcificación resultante del uso de corticosteroides.